Opinión

La Euroliga vende su alma a Dubai

La entrada del Emirato Árabe regará de euros a la mejor competición de baloncesto

Abu Dhabi estadio
El Etihad Arena de Abu Dhabi acogerá las próximas tres finals fours. Fuente: basketeurope.com
Héctor Sanz de Siria Rodero Héctor Sanz de Siria Rodero

La Euroliga ya ha muerto. Esto solo pone el clavo en la tumba. Con la fase regular de la competición llegando a su fin y los puestos de playoff aún por terminar de definirse, es llamativo que lo más comentado por los aficionados sea un fuerte rumor que sacudió al baloncesto europeo allá por finales de octubre del pasado año: una nueva franquicia de Dubai se uniría a la Euroliga. Con el paso del tiempo, la habladuría fue convirtiéndose en realidad, y el pasado 9 de marzo el Real Madrid y el Barcelona dieron su apoyo a la entrada de los árabes a la competición. 

Según informó la web Encestando, Dubai pagará por estar presente en las próximas siete temporadas la astronómica cifra de 69 millones de euros. De estos, 65 van destinados a los equipos que disponen de la licencia A -fijos en la competición- y que son accionistas de la misma. Una jugosa recompensa que, sin duda, sirve para atar las manos de aquellos que podrían haber levantado la voz en contra de esta polémica decisión. Y es que, al final, el dinero parece tener el poder de silenciar cualquier objeción moral.

Esto no es lo único, pues también se albergarán las tres próximas Finals Four en Abu Dhabi por 25 millones de euros. Esto abre así las puertas a la posibilidad de que el baloncesto de máximo nivel se convierta en un mero espectáculo de lujo para los ricos y poderosos.

Lo más alarmante de todo esto es que la inclusión de Dubai en la Euroliga parece ser solo la punta del iceberg. Ya se ha confirmado oficialmente que también se agregará una franquicia dubaití a la Liga Adriática, con una compensación de 1,5 millones de euros a repartir entre los catorce equipos existentes.

El precio de la competitividad

Esta expansión desenfrenada, impulsada únicamente por intereses financieros, amenaza con diluir la esencia misma del baloncesto europeo, convirtiendo lo que solía ser una competición de prestigio en poco más que un circo comercial. Es una realidad que, en el mundo del deporte profesional, el dinero siempre juega un papel crucial, y la Euroliga no es una excepción.

Sergio Llull en la final de la Euroliga

Aunque el dinero puede hacer que la competición sea más intensa y elevar el nivel, ¿qué consecuencias tiene? ¿Estamos dispuestos a perder lo que hace especial al juego y su justicia por dinero? Lo que respondamos aquí marcará el rumbo de la liga y su reputación en el futuro.

El futuro de la Euroliga

Visto lo visto, me parece acertado afirmar que la Euroliga ha vendido su alma al mejor postor. Al aceptar los suministros de dinero de Dubai, la competición ha sacrificado su integridad y ha comprometido su credibilidad. Este giro es una afrenta a todos los aficionados que valoran la pureza y la pasión del baloncesto por encima de lo económico. En lugar de celebrar la entrada de dinero sucio en el baloncesto europeo, deberíamos lamentar profundamente como la mejor competición de Europa se ha vendido al mejor al postor.

El desafío que enfrenta ahora la Euroliga es mantener un equilibrio entre la atracción de fuertes inversiones y la preservación de los valores y la integridad del deporte. Quizás sea el momento de reflexionar sobre qué tipo de legado queremos dejar para las generaciones futuras: ¿un baloncesto europeo auténtico o un espectáculo dominado por el dinero y los intereses? La respuesta a esta pregunta determinará el curso que tome la competición en los próximos años.

Héctor Sanz de Siria Rodero

Estudiante de periodismo. Amante del cine y del deporte, especialmente del baloncesto. En un futuro me gustaría ser periodista deportivo.